Gabinete América. Centro de Psicología
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Separaciones después de vacaciones

La vuelta de vacaciones veraniegas junto con las navidades son  momentos de cambios  y toma de decisiones en temas importantes como es la relación de pareja. Después del verano se producen un tercio de las separaciones, analicemos por qué ocurre.

 

En España cada año se casan 200.000 personas y se divorcian 50.000. De este 25% de divorcios que se producen al año un tercio parece ser que lo hace tras el período estival.

 

A pesar de las cifras, somos el país de la Unión Europea en el que los matrimonios duran más tiempo (una media de 13,8 años ) según el Instituto de Política Familiar.

 

Los cuarenta es la edad en la que más matrimonios se rompen en España. En concreto, cuatro de cada 10 parejas casadas deciden poner fin legal a su relación cuando los cónyuges tienen entre 40 y 50 años, aunque está aumentando el número de separaciones después de los 60.

 

No es que las vacaciones nos destrocen la relación de pareja sino que, es precisamente en este momento cuando la mayoría de las parejas se dan cuenta de que algo falla. Y es que nuestra vida durante las vacaciones no tiene nada que ver con nuestra vida durante el resto del año.

 

En el período laboral nuestra vida gira entorno a nuestro trabajo y obligaciones, con lo que establecemos nuestros horarios en función de esto y no en función de nuestra pareja o familia, ni de nuestras actividades sociales o de ocio. Todo esto cambia cuando llegan las vacaciones. Toda la rutina que hemos creado en nuestras vidas de repente cambia, tenemos que adaptarnos a las necesidades del otro y no siempre sabemos hacerlo. Esto de por sí hace que el bienestar de una pareja se tambalee si no hay una base sólida y ya, si ni siquiera hay una buena relación, las tensiones se suceden sin fin.

 

También se da el hecho de que las vacaciones y el tiempo libre ponen al descubierto nuestra capacidad de disfrute, nuestra capacidad de pensar en nosotros mismos, de implicarnos más con lo que somos, con lo que tenemos, con lo que queremos.

 

Con ese tiempo libre de otras preocupaciones, es el momento en que afloran esos problemas sin resolver, los malentendidos sin aclarar, las discrepancias con la educación de los hijos, los problemas con las familias de origen, las ofensas y también las dudas sobre el estado de la relación. No merece la pena dejarlas pasar otro año más, es el momento.

 

Si a eso le sumamos el cansancio acumulado del año y la necesidad de descansar en las vacaciones, las peleas durante esta época le añaden frustración y agotamiento a cualquier problema. Realmente, el cóctel de las vacaciones en pareja puede llegar a ser explosivo.

 

Para aquellos que arrastran ya algún tipo de conflicto por pequeño que sea, este tiempo de convivencia puede acrecentar los problemas o hacerlos más evidentes.

 

En cambio, las parejas bien avenidas salen reforzadas del veraneo, porque hay más tiempo para hablar y estar juntos.

 

Solemos tener dos puntos clave en nuestra vida para establecer metas y realizar cambios importantes. Estos dos momentos son las Navidades con el comienzo del año nuevo y la vuelta de las vacaciones veraniegas.

 

Muchas personas deciden que ha llegado el momento de separarse y de comenzar una nueva andadura en solitario, pero también hay muchos otros que optan por comenzar a trabajar en la pareja e incluso  buscar ayuda profesional para evitar la separación. Se tome el camino que se tome, septiembre es siempre un mes para nuevos inicios, nuevos propósitos y muchos cambios.

 

En este sentido, la terapia puede ayudar a las parejas a que tomen conciencia de que su estabilidad pende de un hilo y que si lo desean, pueden conseguir a través de una ayuda externa que las cosas mejoren.

 

Las discusiones, el malestar en la convivencia, la rutina, la falta de deseo, o las infidelidades son los motivos más comunes por los que una pareja decide ir a terapia para salvar su relación o para, al menos, intentarlo.

 

Una terapia de pareja no sólo vale para recuperar la relación, sino también para tener una ruptura lo menos conflictiva y dolorosa posible. Una ruptura con menos coste emocional para la pareja y los hijos y además menos coste económico